XXX premio Villa de Ibi de narrativa infantil, 2011
Para leer esta historia, te aconsejo que te pongas una nariz de payaso. Si no tienes una a mano, cierra los ojos e imagínatela. O piensa en aquel día en que te pusiste una y se te escapó una sonrisa, o en aquel otro en que hiciste payasadas y a tus amigos les acabó doliendo la barriga de tanta risa. Sin embargo, mira tú que este cuento no es de risa. Al menos, al principio…
Qué decir, búsquenlo, léanlo, enamórense de sus personajes, compártanlo con sus hijos o alumnos, disfruten de las bellísimas ilustraciones de Adolfo, que sabe contar con colores tan bien como Mónica con palabras… leer más+